Vivimos en una época donde el cansancio se ha vuelto crónico y el descanso, un lujo. Nos cuesta desconectar, incluso cuando dormimos. Las agendas están llenas, las mentes aceleradas y los cuerpos tensos. En este contexto, el Yoga Nidra emerge como una práctica profundamente necesaria. No solo relaja: repara, reprograma y despierta.
Desde mi experiencia como profesora de Hatha Yoga con más de 15 años de camino, puedo decir que pocas prácticas tienen el poder regenerador y sutil que ofrece el Yoga Nidra. Es una medicina silenciosa para un mundo que ha olvidado cómo parar.
Yoga Nidra significa literalmente “sueño yóguico”. Pero no es dormir. Es un estado de consciencia entre la vigilia y el sueño, donde el cuerpo descansa profundamente, pero la mente permanece lúcida y abierta.
En ese umbral entre lo consciente y lo inconsciente, el sistema nervioso se regula, se activa la capacidad de autosanación y se liberan tensiones muy profundas —físicas, mentales y emocionales.
Se practica tumbado, con el cuerpo totalmente inmóvil y guiado por la voz del instructor. El método tradicional incluye fases como la rotación de la consciencia por el cuerpo, la observación de la respiración, visualizaciones y la siembra del sankalpa, una resolución interna profundamente alineada con nuestro propósito vital.
La mayoría de las personas que llegan a una clase de yoga traen consigo estrés, ansiedad, insomnio o agotamiento crónico. Incluso los más jóvenes se sienten sobreestimulados, desconectados y vacíos. Y en muchos casos, ni siquiera el sueño nocturno es suficiente para recuperar.
Aquí es donde Yoga Nidra actúa como un bálsamo: 30 minutos de Yoga Nidra equivalen, a nivel de descanso, a unas 3-4 horas de sueño profundo. Esto no es solo una metáfora. Lo avalan estudios recientes en neurociencia.
Durante la práctica de Yoga Nidra, el cerebro pasa de las ondas beta (activas) a alfa, teta e incluso delta. Estas ondas están asociadas con estados de regeneración, creatividad, acceso al subconsciente y sanación profunda.
· El sistema nervioso simpático (el del estrés) se apaga.
· Se activa el sistema parasimpático, responsable del descanso y la digestión.
· Aumenta la coherencia cerebral y la neuroplasticidad, es decir, la capacidad del cerebro de reorganizarse y sanar.
Además, en ese estado, el subconsciente está receptivo. Por eso, la práctica del sankalpa (resolución interna) no es solo simbólica, sino efectiva. Plantamos semillas allí donde de verdad pueden echar raíces.
Más allá del descanso físico, Yoga Nidra es un portal. Un espacio seguro donde podemos reencontrarnos con lo esencial, sin esfuerzo, sin máscaras. Es una práctica tántrica en su raíz: accede al nivel más profundo del ser, allí donde se disuelven las dualidades y se revela el testigo silencioso, nuestra verdadera naturaleza.
Practicar Yoga Nidra con regularidad no solo reduce el estrés: nos devuelve a casa.
En nuestro espacio en Guadalajara, ofrecemos sesiones de Yoga Nidra como parte esencial de nuestra propuesta. Las integramos tanto en clases como en talleres y sesiones especiales, combinando el conocimiento tradicional con un enfoque actual y sensible a las necesidades de hoy.
Aquí no buscamos rendimiento, ni metas externas. Solo crear el espacio y el silencio necesarios para que algo muy profundo en ti pueda regenerarse y despertar.
Descansa. Escucha. Vuelve a ti.
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